Carlos Raul Villanueva, Caracas

Photo Alfred Brandler

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escala mundial ha llegado el momento de declarar

en emergencia a la profesión del arquitecto h Evolución y formación

Puede decirse que la actividad, que durante siglos ha desempenado el arquitecto - a pesar de todas sus variantes históricas - no ha sufrido sino dos grandes conmociones internas pero éstas han alterado substancialmente su estructura.

La primera de ellas ocurrió cuando, durante el Renacimiento, el arquitecto advirtió quiza por primera vez de manera tan iluminante, los sutiles y dificiles privilegios que su condición de artistacreador le concedian. A partir de ese momento su conciencia profesional tuvo que vérselas con las crecientes contradicciones entre su esplritu de aventura, de invención, de originalidad y el marco siempre muy determinado dentro del cual sus clientes colocaban el programa de necesidades. Estas contradicciones comenzaron a hacer mas atormentado el proceso del diseno, pero por lo mismo que se desarrollaban en un contexto ya pienamente artistico (dotado de toda la conciencia de su estado artistico) sus consecuencias raramente se dilataban mâs alla de los limites de las condiciones personales-individuales del creador. El segundo acontecimiento de valor esencial es el que viene a situar al arquitecto - bajo el sistema económico-industrial avanzado - dentro de las formulas convencionales de la profesión liberal.

Primero artesano, luego artista, ahora intelectual, el arquitecto ha ido incorporando elementos de inseguridad, de inconformidad e inclusive de protesta o utopia a su oficio. Estos factores corresponden ahora, en el mundo contemporaneo, a una contradicción realmente esencial entre su papel primordial de parte integrante de un mecanismo econòmico que lo justifica y lo exige a la vez, y el desarrollo secundario de su capacidad de analizar, de ejercer por lo tanto una visión eminentemente critica de la sociedad. Pero, sabemos, no se puede ser a la vez instrumento ciego y critico de un mismo sistema sin caer en una grave contradicción: la contradicción mayor que precisamente està afectando al arquitecto, corno intelectual

y profesional en el mundo de hoy. Desde luego no se trata de una condición originai y exclusiva del arquitecto. En la sociedad a la cual pertenecemos sufren del mismo estado todos los profesionales, todos los intelectuales y todos los hombres que declaren su inconformidad con el proceso de «cosificación» que los englute.

Ocurre, sin embargo, que el arquitecto està predispuesto, mâs que otros quizâ, a percatarse de esa contradicción, por las caracterlsticas orgànicas del diseno, que lo conduce casi obligado a ejercer un razonamiento sobre el mundo y, por lo tanto, a construirse una visión critica de él.

No parece posible, por lo menos por el momento, que la profesión del arquitecto deje de manifestar esta incòmoda dualidad. Todo lo contrario, mantenerla, acentuarla, hacerla cada vez mas lùcida es una exigencia histórica rigurosa. Si todo esto es cierto, las estructuras universitarias que forman al arquitecto se hallan frente a la obligación de permitir y desarrollar, hasta un grado desconocido hasta ahora, el concepto de autonomia y el concepto de co-gestión, establecidos desde hace tiempo en America Latina, y ahora convertidos en reivindicaciones urgentes por los estudiantes europeos. Lo que éstos agregan, sin embargo, es la novedad importante de la relación entre autonomia y cogestion por un lado y por otro la función de critica externa de la sociedad que la universidad deberia desempenar. Desde el punto de vista de la formación del arquitecto resulta entonces indispensable comprender la estrecha relación de causa y efecto entre una adecuada conciencia histórica y una sòlida posición critica, y esto le atribuye, por lo mismo, un papel extraordinario a la formación historicista mientras ésta sea concebida no de una manera académica sino bajo una visión funcional.

La realidad pragmàtica que se le plantea al arquitecto corno un marco definido

para su acción, puede ser catalogada mediante algunos de sus rasgos mas prominentes, a saber: 1) La configuración definitivamente urbana del habitat humano, 2) La masificación cuantitativa de la demanda de los productos arquitectónicos.

Estos dos déterminantes se combinan con dos posibilidades que actualmente, y cada vez con mayor apremio, se le ofrecen al arquitecto: 1) El uso integrado de la ciencia, 2) El uso abundante de la tecnologia de bases sòlidamente industriales.

Hay algo en que todo el mundo està de acuerdo: en las crecientes dificultades que encuentra el arquitecto para satisfacer lo que la sociedad le exige. Eso no se debe tan sólo a las razones de desajuste y contradicción de que hemos hablado.

Se debe también a la forma empirica, intuitiva y elemental que todavia reviste el mètodo de diseno del arquitecto. Los déterminantes y las posibilidades que se citaron anteriormente deben conjugarse para dar origen a una estructura docente basada en un enfoque seriamente cientifico: disenar y desarrollar una metodologia cientifica estân inscritos en el orden del dia de la labor del arquitecto. Cualquier solución que se halle para este problema no podrâ ser lograda sin una prâctica eminentemente experimental e investigativa de la ensefianza.

Tengo la firme impresión de que es alrededor de estos temas que debe centrarse la atención de la profesión en estos momentos.

Estân en juego intereses fundamentales que exigen la definición de objetivos precisos.

En escala mundial ha llegado el momento de declarar en emergencia a la profesión del arquitecto.

Un enorme trabajo nos espera y no disponemos de las herramientas mâs convenientes. No perdamos mâs tiempo.

C&Nf

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