Mathias Goeritz, Mexico

Arte y Arquitectura En la sociedad contemporanea, el papel del arquitecto està adquiriendo una importancia que posiblemente nunca antes tuvo. La explosion demogràfica lo està convirtiendo en planificador y coordinador de un nùmero de especialistas cada vez mayor. Si antes pudo dedicarse con todo cuidado al diseno de una casa particular, ahora dirige equipos de ingenieros, constructores y sociólogos para resolver amplios problemas urbanisticos. Aunque en la mayoria de los casos se especializa en alguna rama para entrar en uno de estos equipos, no puede ni debe dejar a un lado el conocimiento del conjunto.

Al mismo tiempo, se està desarrollando la prefabricación de elementos arquitectónicos que no se limitan ya al ladrillo o al tabique, sino que llegan a abarcar toda la unidad de habitación, lo que aumenta aùn mas la responsabilidad del disenador.

Al lado del peso de los problemas «funcionales», técnicos y sociales que se presentan al arquitecto, existe otro que es quizâ el mâs importante de todos.

Creo que, para que una construcción merezca el nombre de «Arquitectura», debe ser también una obra de arte.

LA quién se le ocurre pensar, al hablar en términos generales de la arquitectura egipcia, griega, romanica, gòtica o barroca, en la vivienda de aquellas épocas? Automàticamente se establece una asociación con los ejemplos de una arquitectura cuyas funciones eran de indole espiritual y que han sobrevivido los siglos corno los grandes testigos del arte del pasado.

Este tipo de arquitectura casi no existe en la actualidad. Le falta fundamento en la sociedad moderna. Partiendo de la convicción que el arte no es exclusivamente estética, sino que destaca precisamente por la función espiritual, la obra arquitectônica que aspira a ser obra de arte - y creo que la verdadera arquitectura lo es - deberia cumplir con esta función.

El arquitecto contemporàneo que respira el aire de una sociedad heterogénea y confusa, no sabe generalmente còrno enfrentar este problema. No se ve respaldado por la fe ni por conceptos que tengan vigencia y que unan a los hombres.

Este arquitecto presta sus servicios a la sociedad a través de organismos estatales 70

En los ojos del artista, ei arquitecto es un conformista"

o privados, y en ambos casos se le pide, ante todo, adaptarse a necesidades materiales. Incluso, al proyectar obras de tipo religioso, no le es posible, en la mayorla de los casos, alcanzar la profundidad requerida comparable a la de otros siglos, ya que las condiciones generales le obligan a enfrentar los problemas bajo un punto de vista estètico, que a su vez lleva el sello de la confusion. Las nebulosas de la gran sociedad futura e incluso las de un «hombre nuevo» son todavla esperanzas, suenos o ilusiones.

No cabe duda que la progresiva socialización de la vida moderna ha conducido a una mayor unidad de «estilo» dentro de la arquitectura y, a pesar de las multiples excepciones corno las de la arquitectura fantàstica o imaginaria, la arquitectura tiene, corno expresión plàstica, hoy dia, un caracter mas definido que cualquier otro arte.

En este sentido la arquitectura resulta quiza el arte mâs «avanzado» de esta època, ya que debido a sus condiciones practicas se libera - aunque sólamente en.

parte - de la tiranla de una estética que domina todavia la pintura y la escultura.

A estas ültimas también les falta base firme. Cada artista justifica su. obra a su manera. Lo que les une y distingue fundamentalmente en la sociedad en la cual se mueven, no es tanto el hecho de que produzcan «arte» sino que, con su inconformidad o rebeldia, «hacen filosofia»; es decir, los artistas se han convertido en un llamado a la conciencia de una sociedad conformista. Unos lo hacen a través de una apariencia excéntrica, otros mediante una obra insòlita o por la expresión de su temperamento anârquico que les obliga a protestar continuamente. Esta actitud justifica, hasta cierto punto, sus vanidades y extravagancias, detrâs de las cuales se encuentra la büsqueda, a veces desesperada (aunque inconsciente) de valores estables.

Ahora bien, el arquitecto quisiera ser, deberia ser también artista. Lleva la ventaja de poder cumplir con una parte - la utilitaria - de su profesión, pero se pierde en ella, o mejor dicho : se esconde tras de ella para evitar la responsabilidad que implica la parte artistica. Y cuando tropieza con visiones atrevidas - corno por ejemplo, las de la llamada «Architectura Prospectiva» suele ponerse de mal humor y se niega a

reconocer su valor (relativo y discutible, por cierto, corno el de todo arte actual) y se queja de la excesiva importancia que se concede a aquellos sonadores. En los ojos del artista, el arquitecto es un conformista, mientras éste es considerado por el arquitecto, corno un vago.

Mientras se le brindan al arquitectoplanificador las oportunidades mâs inauditas para crear obras de una magnitud jamâs antes sospechada: Ciudades Satélite, gigantescos conjuntos de habitación, centros industriales o comerciales, etc., tiene que reconocer precisamente en este momento que su arquitectura no «funciona» espiritualmente.

Podria preguntarse: i Còrno debe ser la formación del arquitecto para que vuelva a crear arte? No creo que dependa de él.

Lo unico que puede hacer, por el momento, es tratar de coordinar su talento con las inquietudes del artista y establecer un equipo, en beneficio de los dos. Esta union no necesariamente llegara a producir grandes obras de arte, ya que el espiritu de la època no les favorece; pero lograrà mejorar la atmosfera en pro de una nueva arquitectura que no esté exclusivamente basada en la función material y un criterio estètico superficial.

Si desde un principio ambos, arquitecto y artista, se concentran en la organización de las ideas, formas y colores - desde la concepción urbanistica de los pianos generales, hasta los detalles que finalmente crearân el ambiente de la morada del hombre - alcanzarân sin duda una dimension superior a la que se presenta en la actualidad, con el fin de dignificar la vida humana.

Sin embargo, estoy convencido de que el fondo del problema no puede resolverse a base de la estética actual, sino que exige una moral colectiva que simplemen te hoy todavla no existe. Es precisamente tarea, tanto del arquitecto corno del artista contemporâneos, el tratar de espiritualizar su època, o sea, de ayudar a encontrar aquella moral, colocando asl los cimientos de un Arte mayor para el futuro.